Octubre es el mes del Rosario, es por esto que publicaremos el discurso del beato Papa Juan Pablo II en su peregrinación al Santuario Mariano de Pompeya, con ocasión del cierre del Año del Rosario (Oct. 2002 - Oct. 2003).
(...) ¿qué es el rosario? Un compendio del Evangelio. Nos hace
volver continuamente a las principales escenas de la vida de Cristo, como para
hacernos "respirar" su misterio. El rosario es un camino privilegiado de
contemplación. Es, por decirlo así, el camino de María. ¿Quién conoce y ama a
Cristo más que ella?
Estaba convencido de ello el beato Bartolomé Longo, apóstol del rosario, que prestó especial atención precisamente al carácter contemplativo y cristológico del rosario. Gracias a este beato, Pompeya se ha convertido en un centro internacional de espiritualidad del rosario.
Estaba convencido de ello el beato Bartolomé Longo, apóstol del rosario, que prestó especial atención precisamente al carácter contemplativo y cristológico del rosario. Gracias a este beato, Pompeya se ha convertido en un centro internacional de espiritualidad del rosario.
He querido que esta peregrinación mía tuviera el sentido de una súplica
por la paz. Hemos meditado los misterios de la luz, como para proyectar la
luz de Cristo sobre los conflictos, las tensiones y los dramas de los cinco
continentes. En la carta apostólica
Rosarium Virginis Mariae expliqué por
qué el rosario es una oración orientada por su misma naturaleza a la paz. No
sólo lo es porque nos hace invocarla, apoyándonos en la intercesión de María,
sino también porque nos hace asimilar, con el misterio de Jesús, también su
proyecto de paz.
Al mismo tiempo, con el ritmo tranquilo de la repetición del avemaría, el rosario pacifica nuestro corazón y lo abre a la gracia que salva. El beato Bartolomé Longo tuvo una intuición profética cuando, al templo dedicado a la Virgen del Rosario quiso añadir esta fachada como monumento a la paz. Así, la causa de la paz entraba en la propuesta misma del rosario. Es una intuición cuya actualidad podemos captar al inicio de este milenio, ya azotado por vientos de guerra y regado con sangre en tantas regiones del mundo.
Al mismo tiempo, con el ritmo tranquilo de la repetición del avemaría, el rosario pacifica nuestro corazón y lo abre a la gracia que salva. El beato Bartolomé Longo tuvo una intuición profética cuando, al templo dedicado a la Virgen del Rosario quiso añadir esta fachada como monumento a la paz. Así, la causa de la paz entraba en la propuesta misma del rosario. Es una intuición cuya actualidad podemos captar al inicio de este milenio, ya azotado por vientos de guerra y regado con sangre en tantas regiones del mundo.
La invitación a rezar el rosario que se eleva desde Pompeya, encrucijada de
personas de todas las culturas atraídas tanto por el santuario como por la zona
arqueológica, evoca también el compromiso de los cristianos, en colaboración con
todos los hombres de buena voluntad, de ser constructores y testigos de paz.
Ojalá que acoja cada vez más este mensaje la sociedad civil, aquí representada
por autoridades y personalidades, a las que saludo cordialmente.
Ojalá que esté cada vez más a la altura de este desafío la comunidad eclesial de Pompeya, a la que saludo en sus diversos componentes: los sacerdotes y los diáconos, las personas consagradas, en particular las Dominicas Hijas del Santo Rosario, fundadas precisamente para la misión de este santuario, y los laicos, (...) devotos de la Reina del Rosario de Pompeya. Sed "constructores de paz", siguiendo los pasos del beato Bartolomé Longo, que supo unir la oración con la acción, haciendo de esta ciudad mariana una ciudadela de la caridad. (...)
Ojalá que esté cada vez más a la altura de este desafío la comunidad eclesial de Pompeya, a la que saludo en sus diversos componentes: los sacerdotes y los diáconos, las personas consagradas, en particular las Dominicas Hijas del Santo Rosario, fundadas precisamente para la misión de este santuario, y los laicos, (...) devotos de la Reina del Rosario de Pompeya. Sed "constructores de paz", siguiendo los pasos del beato Bartolomé Longo, que supo unir la oración con la acción, haciendo de esta ciudad mariana una ciudadela de la caridad. (...)
Amadísimos hermanos y hermanas, que la Virgen del Santo Rosario nos bendiga, mientras nos disponemos a invocarla con la súplica. En su corazón de Madre depositemos nuestras preocupaciones y nuestros propósitos de bien.
S.G.D.
Beato Juan Pablo II,
Peregrinación al Santuario Mariano de Pompeya.
7 de Octubre de 2003.
Fuente: www.vatican.va