Dolor ante
el descendimiento de la cruz y la sepultura de Jesús.
Otra
escena conmovedora. Jesús muerto en los brazos de su Madre
que lloraba su muerte. No cabe duda, aunque cueste creerlo.
Está muerto. Él, que era el Hijo del Altísimo. Él,
que era el Salvador de Israel. Él, cuyo reino no
tendría fin. Él, que era la Vida. Él está muerto.
Dura
prueba para la fe de María. Su Hijo, el destinatario
de todas esas promesas, yace ahora cadáver en su regazo.
En el alma de María se irguió una oscura borrasca
que amenazaba apagar la llama de su fe aún palpitante.
Pero su fe no se extinguió. Siguió encendida y luminosa.
¡Qué
fuerte es María! Es la única que ha sostenido en
sus brazos todo el peso de un Dios vivo y
todo el peso de un Dios muerto (que era su
Hijo). Hemos de pedirle a Ella que aumenta nuestra fe.
Que la proteja para que no sucumba ante las tempestades
que nos asaltan en la vida amenazando aniquilarla.
El dolor de
una nueva soledad.
¡Qué días también aquellos antes de la resurrección!
Su Hijo entonces no estaba perdido. Estaba muerto ¡Qué soledad
tan diversa de aquella, tras la despedida de Nazaret, hacía
tres años! Es la soledad tremenda que deja la muerte
del último ser querido que quedada a nuestro lado.
Así la
describía Lope de Vega con gran realismo: “Sin esposo, porque
estaba José / de la muerte preso; / sin Padre,
porque se esconde; / sin Hijo, porque está muerto; /
sin luz, porque llora el sol; / sin voz, porque
muere el Verbo; / sin alma, ausente la suya; /
sin cuerpo, enterrado el cuerpo; / sin tierra, que todo
es sangre; / sin aire, que todo es fuego; /
sin fuego, que todo es agua; / sin agua, que
todo es hielo...”
Pero ni la fe, ni la confianza, ni
el amor de María se vinieron abajo ante esa nueva
manifestación incomprensible de la voluntad de Dios. Creyendo, confiando y
amando Ella supo esperar la mayor alegría de su vida:
recuperar a su Jesús para siempre tras la resurrección.
Aprendamos de
María a llenar el vacío de la soledad que nos
invade tras la muerte de nuestros seres queridos. Llenarlo con
lo único que puede llenarlo: el amor, la fe y
la esperanza de la vida futura.S.G.D.
y los otros dolores, ya los publicaron?
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